domingo, 26 de octubre de 2008

Manifiesto femenino Nacionalsocialista


El hombre y la mujer son personas en tanto que respetan su propia identidad natural, racial, psicológica y espiritual. Por tanto, la mujer NS se siente absolutamente satisfecha tanto de su raza como de su ser femenino, buscando su realización y elevación como persona en el desarrollo de su feminidad en particular y en el del conjunto de la raza en general.
No se puede ser femenina, no se puede ser consecuente como mujer, sino se es consecuente como persona. Todo aquello que atente a la posibilidad de desarrollo personal de la mujer NS es contrario a la feminidad. Así mismo todo pretendido “derecho” u acto que atente a la feminidad es contrario a la persona humana.

La expresión espiritual y caracteriológica previa de la mujer NS viene dada por su raza, de forma que los valores de la raza aria están incrustados tanto en el ser interno psicológico del varón como de la mujer, de forma que su concepción básica del mundo, sus valores fundamentales, son idénticos. Por ello, la concepción de la feminidad y el respeto que para ella exigimos son presupuestos propios de nuestra Raza, que deben ser apoyados por un Estado NS.
Las diferencias mujer – hombre no son mero producto de las condiciones sociológicas o educativas (como no lo son ninguna diferencia natural entre los hombres) sino en buena parte producto de una constitución genética diferente, que produce una psicología diferente. Las diferencias entre hombre y mujer no se reducen en absoluto a los órganos sexuales sino que se basan fundamentalmente también en diferencias psíquicas. Estas diferencias no son estructuralmente de carácter general (como en el caso de las razas humanas) sino restringidas a un ámbito relacionado con la estructura sexual y sus repercusiones psíquicas y físicas, dentro de la misma raza.

A esta diferenciación básica corresponde una legislación, un compromiso social, una función, diferenciada dentro del principio anti-igualitarista y de aprecio de la personalidad que sustenta el Nacional Socialismo en todos los campos.
Las diferencias hombre – mujer dentro de una misma raza, no están en la escala inferior – superior, sino en una diferente concepción de cada cualidad humana, lo que da la diversidad de personalidades que enriquecen nuestra raza, de personalidad a ambos sexos, fomentando la polaridad sexual no solo en el campo físico sino psicológico. Esta polaridad sexual caracteriológica tiene su plenitud y realización final en el medio matrimonio – familia.
Así pues, estas diferencias no solo existen sino que son deseables como reflejo de la naturaleza y actúan en pro del desarrollo de la propia mujer o varón.

La procreación es el camino natural por excelencia que tiene la mujer para elevarse como persona dentro del amor, encontrar un camino de realización creativo en pro del pueblo. Pero la procreación no es el fin exclusivo de la mujer, sino en tanto que deseada con amor y orientada a la elevación personal, y nunca castradora de un desarrollo completo de la mujer. Es función del Estado Nacional Socialista crear el ambiente y medios precisos para que la mujer pueda completar su maternidad y las responsabilidades que ello contrae con las actividades humanas elevadoras como el Arte, Cultura, etc.
Así mismo, la procreación no es una competencia exclusiva de la mujer sino que está compartida con el hombre. La idea de que el hombre puede desentenderse de las responsabilidades diarias de los hijos a cambio de un trabajo remunerado es propia de la mentalidad cómoda, mercantilista y burguesa actual.

Aparecen como productos del espíritu burgués y hedonista actual la propaganda contra las familias numerosas, la vida familiar sencilla, la vida campesina, etc. Se produce en el mundo moderno una identificación entre libertad y falta de responsabilidades, creyendo que una vida vacía, improductiva, hedonista basada en la búsqueda del placer personal, es la meta de la persona humana. Por ello, el tener hijos, su cuidado, su educación plena ética y espiritual, se ven desde esta óptica burguesa, como una responsabilidad – carga agobiante.
La mujer Nacionalsocialista reclama su derecho a poseer una familia numerosa con el apoyo decidido del Estado en el plano económico y ético, dentro de una política de apoyo al campesinado y la vida en un medio natural.
El trabajo remunerado es una obligación ética de servicio a cambio del cual se reciben los bienes necesarios para el mantenimiento de la familia o persona. El trabajo tal como se ejercita en la sociedad industrializada actual no es ni un placer ni una forma de elevación personal.

El trabajo de uno de los miembros de la familia debe estar suficientemente remunerado como para poder satisfacer las necesidades de esta familia, fomentando así el Estado que el otro miembro pueda ocuparse de funciones más elevadas como son la educación de los hijos, fomento del arte y cultura familiar, acciones socialistas en pro de la comunidad, etc.
La mujer Nacionalsocialista reclama como un honor el derecho a ocuparse de esta actividad no remunerada, en pro de la comunidad, estando acorde, además, con su disposición natural para la cría y educación de los hijos.
El trabajo remunerado debe dejar de verse como la máxima ilusión de la mujer, visión propia del materialismo actual que identifica la utilidad económica con lo deseable, cuando no, en la mayoría de los casos, provocada por una necesidad económica imperiosa ante la insuficiencia del sueldo familiar en las clases obreras debido a la ausencia de un apoyo estatal. El Estado Nacional Socialista dará prioridad de trabajo a aquellas familias que no dispongan de medios frente al trabajo de dos miembros de una misma familia.

En el caso de que la mujer desee o precise trabajar, el Estado Nacional Socialista fomentará y exigirá que las condiciones de dicho trabajo sean compatibles con las responsabilidades familiares.
Nuestra revolución nacionalsocialista tiene como una de sus metas la liberación de la mujer de las cadenas agobiantes de las fábricas, de los trabajos incompatibles con su psicología femenina o el cuidado de sus hijos. Ello no supone una infravaloración de la mujer sino precisamente una valoración positiva del papel insustituible de la mujer para la formación de las futuras generaciones del pueblo.
La mujer Nacionalsocialista reclama el derecho a ser atendida médicamente de forma gratuita, obligatoria ypreventiva antes del matrimonio, de forma que se intente detectar cualquier tara o enfermedad en cualquiera de los cónyuges que pudiera afectar a la posible descendencia. Reclama la atención eugenésica de la ciencia médica en una línea ética en pro de la Raza.

La mujer Nacionalsocialista reclama el derecho del sexo a ser considerado como una facultad ligada al amor y la reproducción del pueblo, una facultad creadora y positiva, de forma que todo acto o tendencia que atente contra esta alta consideración del sexo sea considerada como un atentado contra la dignidad de la persona y castigada por el Estado en la forma más severa dado que atenta contra la existencia misma del pueblo.
Por ello reclama el derecho a eliminar de la vida del pueblo las taras sexuales, aberraciones, etc, ya sea recluyéndolos como enfermos o castigándolos como elementos corruptores, eliminar la pornografía, comercio del sexo, etc. en todas sus facetas e intensidades como una corrupción capitalista contra la sexualidad.
La mujer Nacionalsocialista condena los sistemas individualistas y antisocialistas que hacen del hombre único dueño del sueldo de su trabajo. Todo lo que pertenece a cada uno de los componentes de una familia es propiedad de la familia en conjunto, sea cual sea su procedencia. Ninguno de los miembros familiares puede tener bienes individuales.

El miembro de la familia que trabaje remuneradamente no es pues dueño de su sueldo sino en tanto copartícipe de la economía familiar y su destino.
La mujer Nacionalsocialista condena la visión burguesa de una mujer reducida a ser sierva de la casa, infraculturizada. Creemos totalmente que el mejor medio para unir su propia formación como persona a la práctica del arte, cultura, deporte, el cuidado y formación de la familia y su participación en la lucha por el pueblo es el Estado Nacionalsocialista, que haga suyas estas exigencias y las apoye.
La mujer Nacionalsocialista desprecia el mercado de la “belleza física” implantado por el capitalismo gracias a la “moda”. La feminidad, el aprecio por un cuerpo sano y armonioso en sus formas, concorde con un espíritu fuerte y sensible, está totalmente opuesto al mundo de la moda, al manejo de la belleza como objeto erótico y al mercado de los cosméticos. Por ello la revolución nacionalsocialista acabará con el sistema corrompido actual del ocio y moda.

La mujer Nacionalsocialista considera insultante para su personalidad el feminismo actual, que aborrece la personalidad femenina y solo acepta un pseudo marxismo machista, cuajado de aberraciones sexistas y neuróticas. Todo este movimiento feminista es obra de una campaña sionista contra nuestra cultura.
Una de las diferencias naturales físicas entre varón y mujer es la mayor envergadura muscular del hombre. Esta superior fuerza está al servicio del trabajo y la defensa de la comunidad pero nunca debe ser excusa omotivación para una dominación por la fuerza, una tiranía de brutalidad, del miedo, dentro del matrimonio, tal como sucede a menudo en la corrompida sociedad actual, acentuando el problema la incultura y el alcoholismo.
La mujer Nacionalsocialista reconoce el derecho de los hijos a tener una familia, por lo que reconoce la necesidad de que la reproducción y el amor se sublimen dentro de una institución civil matrimonial que garantice esta familia a los hijos.

La mujer se siente orgullosa de trabajar junto al hombre de nuestra raza en pro de la construcción de un mundo mejor. A igualdad de trabajo reclamamos igual renumeración. El decidido apoyo del Estado a la mujer casada y con hijos que precise trabajar debe reflejarse en unas condiciones de trabajo y horario compatibles con la familia, siendo estas ventajas a cargo de toda la comunidad.
El matrimonio y la familia no es en absoluto el único camino de superación de la mujer, aunque sí el que el Estado apoyará más decididamente en razón de su interés racial. La mujer soltera disfruta de todas las responsabilidades de desarrollo de la persona humana en igualdad total de respeto y promoción que el hombre.
La mujer Nacionalsocialista reclama el derecho a que el matrimonio y la formación de una familia sea un acto investido de la máxima seriedad, debido tanto en la propia importancia de la institución familiar como en su influencia en la educación de los hijos. Así pues el Estado se debe hacer partícipe en la defensa de la estabilidad familiar. Por tanto se exigirá para el matrimonio un mínimo de garantías de estabilidad, así como el compromiso jurado de los cónyuges a mantener esta estabilidad. Caso de que el matrimonio no pudiese o supiese mantener este compromiso será responsable ante el Estado de sus actos, pudiendo pedirse responsabilidades al cónyuge que manifiestamente sea culpable de atentar contra la familia (casos de malos tratos, infidelidad, actitudes criminales, etc.).

La mujer Nacionalsocialista reclama el derecho a la libertad personal, por lo que en modo alguno el matrimonio implica una subordinación personal, legal o mental de la mujer, aunque si una responsabilidad.
La mujer Nacionalsocialista reclama el derecho a combatir por el bien del pueblo y de la revolución en tanto esto es un deber de toda persona. Así pues puede ocupar cualquier cargo dentro del movimiento nacionalsocialista y mantener sus propias organizaciones en el movimiento, que hagan posible la compatibilidad entre feminidad y lucha política.